Descripción
Tengo que confesar que continuamente me asombro de la precisión con que enfrento muchos problemas, que afectan a nuestra Iglesia, en un momento tan trascendental de su la larga historia. Se ve que la edad influye grandemente en la manera de pensar y expresarme.
De hecho, en este contexto, no es raro que me acuerde de san Alfonso María de Ligorio, mi ilustre paisano, que, en diferentes ocasiones releyendo con sumo interés alguno de sus escritos, se preguntaba: «¿Quién habrá escrito todo eso?»
Un servidor aún no llegó a tanto. Pero ahí vamos. De todos modos, hasta que pueda, seguiré pensando e inquietando a muchos, recordando las palabras de Jesús: «¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como hace la gallina que cobija a sus polluelos bajo sus alas, y tú (Jerusalén) no me hiciste caso!» (Mt 23, 37). No todos evidentemente. Algo se logró, por lo menos en el campo de la pastoral bíblica, la piedad popular, la apologética y la catequesis presacramental.