Descripción
Este libro me parece fundamental porque redefine el papel del obispo y de la catedral, pidiendo regresar a los primeros siglos de la Iglesia, cuando se vivía en un contexto plural (a veces hasta de persecusión) y el obispo era el alma de la Iglesia particular y su sede, que con el tiempo se llamó catedral (cátedra=sede del maestro), el centro propulsor de la vida cristiana.
Otro aspecto relevante es que, además de presentarnos las obligaciones de los fieles cristianos y de los fieles cristianos laicos, también nos presenta sus derechos fundamentales, tomándolos del Código de Derecho Canónico y presentádolos al gran publico en un contexto vivencial que nos ayuda a descubrir la importancia de conocerlos y dejar que regulen las relaciones entre el clero y el laicado.
Otra de las aportaciones significativas es el «Decálogo del Evangelizador»» y la formación de la comisión de la Pastoral Experimental, cuya tarea consiste en «dar un contenido preciso al tema de la Nueva Evangelización, con miras a proponer algo concreto a la comunidad diocesana, avalado por un cierto proceso de experimentación».
De hecho, el «Decálogo del Evangelizador» esta compuesto de algunas normas básicas para orientar el comportamiento de los miembros de la nueva comisión, destinada a ensayar nuevas formas de vivir la misión y al mismo tiempo ser estímulo para toda la Iglesia diocesana.